PANAMÁ Roberto ‘Mano de Piedra’ Durán- Boxeo En un momento dado, Durán fue reconocido como el mejor peleador libra por libra y muchos aún lo consideran como el mejor peso ligero de la historia. Durán comenzó su carrera en 1967 en los pesos supergallos, donde ganó 20 combates por nocáut en el primer asalto. De esta forma, Durán comenzó a atraer la mirada del boxeo mundial, que de momento se enfocaban en este joven de Chorrillo, Panamá y en su poderosa pegada. En 1972, en Nueva York, Durán noqueó en el decimotercer asalto al estadounidense Ken Buchanan para ganar el cetro mundial ligero. Los clásicos de su carrera, sin embargo, fueron ante quien sería su gran nemesis por el resto de su carrera, Sugar Ray Leonard. En junio de 1980, Durán derrotó a Leonard por el título mundial welter del CMB vía puntuación en un combate que fue matizado por insultos y una actitud altanera del panameño, que decía que ningún peleador estadounidense lo vencería y que rehusó a chocar guantes antes de comenzar la pelea. La revancha sería en noviembre de ese año, y si la primera fue un clásico, este combate debe estar entre los primeros 10 de la frondosa década del ochenta. Panamá sufrió cuando Durán no quiso salir después del octavo asalto. Según la prensa deportiva que ese día estaba en el Lousiana Superdome, Durán balbuceó las palabras “no más” para entregar el combate, pero el boxeador y su esquina han reiterado en numerosas ocasiones que lo que le dijeron a los doctores era que no podían continuar por fuertes dolores en el estómago. En ese momento, la figura de Durán y aquel agrio momento pasaron a ser parte indómita de la historia deportiva panameña. Los que saben dicen que a los panameños les costó mucho trabajo perdonar a Durán luego de su derrota con Leonard y no fue hasta 1983, cuando noqueó al estadounidense Davey Moore para ganar la corona superwelter. Posteriormente, en 1989 hizo lo mismo con Iran Barkley para alcanzar el cetro mediano. Lo interesante de Durán es que, a pesar de perder con Leonard aquella segunda pelea y una tercera nueve años más tarde, fue uno de los pocos latinoamericanos en dominar el cuadrilátera de manera tan fulminante. Durán llegó al tope en divisiones y pesos que pasaban por un verdadero momento glorioso con púgiles como Leonard, Marvin Hagler, Héctor ‘Macho’ Camacho, Thomas Hearns y Vinnie Pazienza dándole color al asunto. Incluso, la prestigiosa y tradicional revista The Ring Magazine lo reconoció como el quinto boxeador más importante de los últimos 80 años y el más grande boxeador latinoamericano, algo que los correligionarios de Julio César Chávez, Wilfredo Gómez y Félix Trinidad no tardarían en debatir. Rod Carew y Mariano Rivera- Béisbol De 1967 a 1985, con los Mellizos de Minnesota y los Angelinos de California, el panameño Rod Carew bateó 3053 hits, empujó 1015 carreras, anotó 1424 veces y consiguió promedio ofensivo de .328. Si Puerto Rico tuvo un Roberto Clemente y República Dominicana tuvo un Juan Marichal, en Panamá, decir Carew era decir béisbol. Su dominio fue desde el principio: en 1967 ganó el premio de Novato del Año, durante su carrera mereció siete títulos de bateo y en 1977 ganó el premio de Jugador Más Valioso de la Liga Americana. En 1991 fue elegido al Salón de la Fama. Todos esos logros hicieron que una generación entera de jóvenes panameños se reenamorara del béisbol, produciendo peloteros como como Rubén Rivera, Ramiro Mendoza, Carlos Lee, Carlos Ruiz y… Mariano Rivera. Mariano Rivera es quizás el mejor lanzador cerrador de la historia del béisbol organizado. Hace poco menos de un mes, Rivera fue uno de los factores más importantes para el regreso de los Yánquis de Nueva York al campeonato Mundial de Las Mayores. Rivera, conocido en Latinoamérica como “Apaga y vámonos”, ha ganado cinco campeonatos con los Yánquis (1996, 1998, 1999, 2000 y 2009), alzándose en el ’99 como el Jugador Más Valioso de la Serie Mundial. En junio de este año alcanzó su juego salvado número 500, cuando los Yánquis derrotaron a los Mets de Nueva York. El día que se retire, Rivera puede hacerlo seguro de que su candidatura para el Salón de la Fama cuenta con datos sólidos: en 15 temporadas en Grandes Ligas, todos con Nueva York, mantiene efectividad de 2.25 con 526 salvados y 1006 ponchetes. Sin duda, este es el brazo panameño. VENEZUELA Luis Aparicio Es tan grande el impacto que tuvo Luis Aparicio en el desarrollo del béisbol venezolano que cuando uno llega al aeropuerto Simón Bolívar en Venezuela, hay una pantalla gigante en el lobby que solo transmite juegos de pelota. Olvídese de los hits que puede dar Miguel Cabrera o del campeonato que ganó Ozzie Guillén con los Medias Blancas de Chicago, la principal gloria del béisbol venezolano radica en la figura del hijo del ‘Grande de Maracaibo’, como se le conocía a su padre, otra leyenda del béisbol zuliano. Con Aparicio se ejemplifica la grandeza de la “escuela de siores” de Venezuela, como los expertos han bautizado al desarrollo de campos cortos en ese país desde la década de los ’40 hasta finales de los ’80. Todo empezó con Alfonso ‘Chico’ Carrasquel, tercer venezolano en entrar a Grandes Ligas, y un excepcional campo corto. A Carrasquel le siguieron Aparicio, David Concepción, Ozzie Guillén y Omar Vizquel como grandes siores venezolanos, aunque fue Aparicio el estándar de su época. Luego de quemar la liga en Venezuela, Aparicio debutó en 1956 en Las Mayores con los Medias Blancas. Su agilidad en el campo corto le mereció el galardón de Novato del Año. En 18 temporadas con Chicago, Baltimore y Boston, compiló promedio de bateo de .262 con 791 remolques, 506 bases robadas y 2677 indiscutibles. Increíblemente, Aparicio nunca fue seleccionado como Jugador Más Valioso, quizás porque su especialidad era la defensa y la rapidez en el corrido de bases. Durante nueve temporadas reinó como el líder en bases robadas. Ganó nueve Guantes de Oro y fue seleccionado en igual cantidad de ocasiones al Juego de Estrellas. Al retirarse, en 1973, era el líder en juegos jugados, asistencias y dobles matanzas en la historia de Las Mayores, récords que cayeron ante el surgimiento del estadounidense Ozzie Smith, quizás el mejor campo corto de la historia. En 1983 fue exaltado al Salón de la Fama, siendo el único venezolano en alcanzar tal logro. Algo sí es seguro… Aparicio revolucionó la posición de ‘siore’ en el béisbol de Grandes Ligas abriendo paso a otros compatriotas suyos que se especializaron en tal posición, como Vizquel, cuyos números lo perfilan como un gran candidato al Salón de la Fama y el sucesor de Aparicio en cuanto a grandes campos cortos venezolanos se refiere.