
En la quinta entrega de la serie: Héroes del Deporte Latinoamericano vemos a otras luminarias del Caribe. Son las glorias que han alzado las banderas de Puerto Rico (Roberto Clemente) y la hermana República Dominicana (Juan Marichal) con su obra humanitaria y su audacia en el campo de juego. PUERTO RICO (Menciones honoríficas: Félix ‘Tito’ Trinidad, Wilfredo Gómez, Equipo Nacional de Baloncesto de 2004, Orlando ‘Peruchín’ Cepeda, Wilfredo Benítez, Iván Rodríguez, Víctor Pellot Powell, Juan ‘Igor’ González, José ‘Piculín’ Ortiz, Carlos Delgado, Teo Cruz, la delegación de boxeo de las Olimpiadas de 1980, Javier Culson) Roberto Clemente-Béisbol Roberto Clemente es posiblemente el pelotero más grande de Latinoamérica. No obstante, hay muchos que piensan que su corazón fue más grande que lo que fue su bate. “El cometa de Carolina” comenzó su carrera deportiva en la pista como velocista y lanzador de jabalina, pero el béisbol pronto llamó su atención e incursionó con los Cangrejeros de Santurce, justo después de acabar la escuela secundaria. Su talento brilló de inmediato y en 1954 fue firmado por los Dodgers de Brooklyn con un bono de 10 mil dólares con la intención de desarrollarse en las Ligas Menores. Pero, debido a una regla de esa época que estipulaba que cualquier jugador con bono de cuatro mil dólares o más tendría que estar de inmediato en el roster de Grandes Ligas, Clemente fue dejado en libertad y, en noviembre de ese mismo año, firmó precisamente por cuatro mil dólares con los Piratas de Pittsburgh, donde jugó toda su vida.
Los Piratas tenían fama de ser un equipo mediocre, compilando un total de 100 carreras antes de que llegara Clemente. Su impacto fue más o menos inmediato, pues en 1960 los Piratas vencieron en la Serie Mundial a los Yanquis de Nueva York en siete partidos, donde Clemente bateó para promedio de .310. El carolinense resultó ser una máquina de pegar indiscutibles, consolidando su promedio de bateo arriba de los .300 en 13 de las 18 temporadas que jugó en Grandes Ligas. Ganó cuatro títulos individuales de bateo (1961, 1964, 1965 y 1967), 12 Guantes de Oro, dos campeonatos de Serie Mundial (1960 y 1971), un premio de Jugador Más Valioso de Serie Mundial (1971), un premio de Jugador Más Valioso de la Liga Nacional y fue elegido 12 veces para el Juego de Estrellas. Esta luminaria de la pelota, murió el 31 de diciembre de 1972, luego de llegar a los tres mil “hits” en la temporada de ese año, mientras salía de Puerto Rico en avión para llevar víveres a los perjudicados por un terremoto en Nicaragua. Apenas meses después de su muerte, el 8 de agosto de 1973, fue exaltado al Salón de la Fama del Béisbol, cosa que no sucede hasta después de cinco años del retiro o la muerte de un jugador. La figura de Clemente fue una reveladora para todos los atletas latinaomericanos que comenzaban a aventurarse en el capitalista mundo de los deportes profesionales. Clemente despuntó en los Estados Unidos en plena década de lo sesenta, cuando la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos estaba en su máximo esplendor. Aunque sabía hablar inglés, prefería no hacerlo con la prensa estadounidense, mayormente racista en aquella época, la cual se burlaba de su acento y menospreciaban sus logros en el diamante. No dejaba que lo llamaran ‘Bob’ o ‘Bobby’, pues siempre acentuaba que era puertorriqueño y no estadounidense. A pesar de sus choques culturales con algunas personas en Estados Unidos y con la prensa deportiva de ese entonces, Clemente se ganó el respeto del mundo del béisbol y su lucha por la igualdad de los peloteros latinoamericanos y afroestadounidenses ha sido bien documentada: “Mi gran satisfacción proviene de ayudar a borrar opiniones gastadas acerca de los latinoamericanos y los afroamericanos”, puntualizó durante la década de los sesenta. Incluso, la figura de Clemente ha sido vinculada con el movimiento de las Panteras Negras y con distintos grupos independentistas puertorriqueños que radicaban en Estados Unidos. El accidente El 23 de diciembre de 1972, la ciudad de Managua fue sacudida por un bestial terremoto. Clemente, quien sentía gran amor por Nicaragua e incluso había dirigido varios equipos de la liga de ese país, decidió ir personalmente a llevar ayuda a ese país, pues partes de prensa indicaban que los militares nicaragüenses controlaban los víveres como les venía en gana. Su esposa, Vera Zabala, le previno no viajar, prediciendo lo que sucedería. “Si vas a morir, morirás”, le respondió Clemente. El 31 de diciembre, un avión DC-7 despegó de San Juan pero no voló ni una milla de distancia antes de caer aparatosamente mar adentro perdiendo la vida todos los tripulantes. El cuerpo de Clemente nunca ha sido recuperado. Aparentemente, la sobrecarga de víveres fue la razón para el accidente. Las Grandes Ligas celebran el Día de Clemente todos los 18 de septiembre e, incluso, han institucionalizado el premio Roberto Clemente Walker para honrar los peloteros que mayor aportes hacen a la comunidad. Recientemente, existe el Movimiento 21, liderado por el boricua radicado en Nueva York, Julio Pabón, que pretende que las Grandes Ligas retiren algún día el número 21 de Clemente, tal y como lo hicieron con el pionero afroamericano Jackie Robinson.
Y en Puerto Rico, ¿qué más se puede decir de lo que significa la figura de Clemente? Tiene un coliseo con su nombre en San Juan y un estadio en Carolina. Justo allí, se encuentra la Ciudad Deportiva Roberto Clemente, que, apesar de que se encuentra en la actualidad con cierto deterioro por la mala administración de sus hijos, fue el sueño del legendario jugador, que siempre quiso dejar un legado para el disfrute de futuras generaciones. REPÚBLICA DOMINICANA (Menciones honoríficas: Pedro Martínez, Sammy Sosa, Félix Sánchez, Las Aguilas del Cibao, Los Tigres del Licey) Juan Marichal- Béisbol Sí, existen muchos grandes peloteros dominicanos como Pedro Martínez, Sammy Sosa, Vladimir Guerrero, e incluso dirigentes como Felipe Alú, que han dado vagones de gloria para el béisbol dominicano. Pero todos estos jugadores fueron producto del efecto dominó que causó el lanzador Juan Marichal. Al igual que Roberto Clemente, Víctor Pellot Powell y Luis Aparicio, Marichal fue clave en el desarrollo del béisbol latinaomericano por parte de las Grandes Ligas, pues al estas figuras sobresalir, los ejecutivos de la pelota organizada pusieron sus ojos en la Latinoamérica caribeña, que de momento se convertía en una fábrica de producir peloteros. Marichal, apodado el “dandy dominicano”, debutó en Grandes Ligas en 1960 con los Gigantes de San Francisco. En 16 temporadas en Las Mayores -14 con los Gigantes, una con los Medias Rojas de Boston y otra con Dodgers de Los Ángeles-, Marichal compiló efectividad de 2.89 con porcentaje de .631 en cuanto a victorias y derrotas se refiere (243-142). Ponchó a 2303 bateadores durante su carrera y se distinguió por alzar la pierna con cada lanzamiento.
El 15 de junio de 1963, Marichal se convirtió en el primer latino en lanzar un partido sin “hits” ni carreras cuando sus Gigantes vencieron a los desaparecidos Colt .45 de Houston. Un año antes, había tirado 16 entradas en un clásico partido ante los Bravos de Milwaukee, el que ganó ponchando a 10 gracias a un jonrón de última hora del icónico Willie Mays. Luego de su retiro, Marichal incursionó en el servicio público, convirtiéndose en Ministro de Deportes del Gobierno Dominicano. Además ha fungido de comentarista para la cadena ESPN. Definitivimante, el béisbol dominicano no fuese lo que hoy es si el ‘dandy’ nunca hubiese pisado un montículo.