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Saquen las cervezas y las alitas, que esto parece que va a estar bueno. Sí, es cierto, eran muchas las cosas que los Saints de Nueva Orleáns y los Colts de Indianápolis tenían en común, y por eso su enfrentamiento en el Súper Tazón XLIV es tan interesante. Primero que nada, está el apellido Manning, el cual es sinónimo de grandeza en Nueva Orleáns debido a que el padre de los quearterbacks Eli, de los Giants de Nueva York, y Peyton, irónicamente de Indianápolis, hizo su fama con lo Saints. Archie Manning, otrora estrella además de la Universidad de Old Miss en la NCAA, es considerado como una de las grandes estrellas del club de football americano de los ´70 y ´80. Su talento como quarterback fue indudablemente heredado por sus dos hijos, ambos con experiencia ganadora en pasados Súper Tazones. El turno le tocó, nuevamente, a Peyton Manning, aunque defendiendo la franela de los Colts y no de los Saints que su padre honró. Tanto Indianápolis como Nueva Orleáns cuentan con excelentes mariscales de campo, con Peyton, uno de los mejores de la historia, sacando la cara por los Colts y el fenomenal Drew Brees haciendo lo propio por los Saints. Frente a frente, sus estilos comparan muy bien, con Brees quizás destellando más agresividad. A días del Súper Tazón, comparemos a estos dos ídolos del depirte estadounidense. En la campana 2009-10, Brees completó 70.6% de los pases realizados, mientras que Manning andaba por los 68.8 porciento. Con un partido jugado más que Brees, Manning tenía a su haber 393 ‘completions’ en 571, mientras que Brees había completad 363 de los 68.8 pases que había realizado. Con el balón, Brees se postulaba como el más cuidadoso, con 22 ‘carries’ contra 19 de Manning, mientras que había acumulado 33 ‘rush yards’ contra -13 de Manning. Pero hablemos de la fanaticada, una de las razones principales por las cuales ambos equipos llegaron a la final. Primero, vamos Indianápolis. Acostumbrados a ganar, la fanaticada de los Colts es implacable con sus estrellas, especialmente si no hacen las cosas bien. Por ejemplo, una parte de los 66,222 fanáticos que durante este año se dio cita en el Lucas Oil Stadium se la pasaron abucheando, aún cuando su equipo parecía rayar en la perfección. Cuando los Jets de Nueva York le propinaron a los Colts su primera derrota de la temporada, las líneas telefónicas de los programas deportivos de Indianápolis se inundaron pidiendo la cabeza de Manning, del entrenador Jim Caldwell, del presidente del club, Bill Polian, y de los coordinadores defensivos del equipo. No fue hasta cuando destrozaron a los Ravens de Baltimore a finales de la campaña regular con marcador de 20-3 cuando las aguas se apaciguaron y los fanáticos volvieron a subirse a la guagua de los Colts. “La meta es ganarlo todo”, dijo previo al Súper Tazón el técnico Caldwell, intentando callar a los fanáticos más críticos. “Nadie estará satisfecho hasta que lo logremos”. La historia de Caldwell, es por sí sóla grandiosa. Después de todo, no muchos dirigentes novatos llegan al Súper Tazón en su primer intento al timón. Claro, el muchacho es bastante humilde, según los comentarios que emitiese dos semanas antes del partido a nfl.com. “Yo paso poco tiempo pensando en este tipo de cosas. Nunca he sido alguien que busca atención. No necesito de nadie diciéndome que he hecho un buen trabajo. Lo bueno de esta liga es que tenemos un gran barómetro que nos dice cómo vamos y ese es el récord de victorias y derrotas”. Mientras, en Nueva Orleáns, el ánimo es más relajado. Los Saints son vistos por la comunidad del ‘Big Easy’ como los querendones, el aliciente para muchos ciudadanos de esa pachanguera ciudad, la cual quedó devastada en 2005 tras el bestial azote del Huracán Katrina. Tanto el club de los Saints como sus jugadores han trabajado de la mano del pueblo de Nueva Orleáns en la reconstrucción de dicha ciudad, la cual antes de Katrina era reconocida por su increíble tradición musical y por el festival Mardi Gras, una de las tradiciones más espectaculares que plasma y ejemplifica la formación de los Estados Unidos como nación. Sin embargo, los Saints son una institución y la fiesta no se hizo esperar cuando estos llegaron por primera vez al Súper Tazón. “Esto es posiblemente la cosa más grande que nos ha podido suceder”, señaló una anciana de 84 años de edad, Ella Brennan, considerada como la matriarca de la zona de restaurantes de Nueva Orleáns, al dialogar con el diario New York Times. “Con todo lo que hemos pasado, llegar aquí nos hace feliz. Ahora sólo esperamos ganar”. Pero pase lo que pase, algo sí es seguro: hacía tiempo que un Súper Tazón no llegaba tan lleno de contrastes.