Luego de culminar cada temporada en el béisbol, Edwin “Sugar” Díaz regresa a Puerto Rico, específicamente a las calles del barrio Daguao en Naguabo, para reconectarse con su gente.
“Entra pa’ acá, sin miedo”, dijo Edwin Omar Díaz Laboy acompañado de un energético ademán y una sonrisa, al llegar a la casa de su madre. Allí quiso que fuera la entrevista, en el hogar que lo vio crecer y en compañía de su madre, Beatriz Laboy, su esposa, Nashaly Mercado, su hijo Jahel Omar y una de sus primas.
El joven lanzador de 22 años fue seleccionado en la tercera ronda del draft del 2012 por la organización de los Marineros de Seattle. Cuatro años después, en junio de 2016, recibió otra anhelada llamada por parte de la organización, le dieron pase directo a las Grandes Ligas.
En su debut como relevista lanzó una séptima entrada perfecta y sus envíos alcanzaron las 100 millas. Poco tiempo bastó para que se convirtiera en el cerrador del equipo, logrando 18 juegos salvados en 21 oportunidades.

“Sugar” posa con una de las camisas oficiales del equipo que utilizó esta pasada temporada. (Adriana De Jesús Salamán/Diálogo)
“Desde el día que me subieron [a las Grandes Ligas] yo me propuse que no me iban a bajar, no iba a dejar que me bajaran porque, si fue difícil para subir, yo dije, en mi mente, que iba a ser difícil bajarme también”, aseguró Díaz Laboy.
Si para Puerto Rico, “Sugar” es un novel orgullo; para la gente del barrio Daguao, él es un héroe. Es la muestra latente de que los sueños se hacen realidad, sin importar de dónde vengas. Así lo demostraron en el recibimiento de pueblo que le hicieron el pasado octubre.
Edwin, antes de ser “Sugar”
Pero hagamos una pausa en lo que a sus logros como beisbolista se refiere. Hablemos de Edwin, antes de ser “Sugar”, apodo que surge por su parecido físico con el personaje de una película dominicana, y cómo logró posicionarse entre uno de los posibles candidatos al premio Novato del Año de la Liga Americana.
En lo que a su infancia respecta, comentó entre risas que fue “como todo niño, alegre, portándome mal por ahí; haciendo las cosas que hace un niño, vacilando [y] molestando”. Uno de los momentos que más esperaba era la entrega de notas, pues si obtenía buenas calificaciones y mantenía buena conducta, le daban algún regalo.
Académicamente, Edwin se formó en las escuelas públicas del país. Curiosamente, es uno de los integrantes de la clase graduada de noveno grado “Future Stars”. En aquel entonces, cuando coincidíamos en la sala de clases –de aquí que me permita la confianza de llamarle por su primer nombre-, no imaginamos que, ciertamente, sería una estrella del deporte.
Los primeros dos años de nivel superior los cursó en la escuela vocacional de Fajardo y, posteriormente, completó el duodécimo grado en la Caguas Military Academy, con una beca deportiva completa.
Edwin, el segundo de tres hermanos, comenzó a jugar pelota desde los cinco años, entre otros deportes, como el baloncesto. Sin embargo, a los 15 años, misma época en la que se inicia como lanzador, decidió que jugaría béisbol profesional. “Lo escogí como mi plan para el futuro”, añadió, porque descubrió el potencial que tenía.
En el ínterin, su familia, y en especial sus padres, realizaban actividades para levantar fondos para sus viajes a Estados Unidos a jugar béisbol. Lo hacían porque carecían de los recursos económicos necesarios para costearlos.

“El apoyo de mi familia nunca me ha faltado, sea en las buenas o en las malas”, comentó Edwin. (Adriana De Jesús Salamán/Diálogo)
Hicieron un sinfín de ventas de comida y postres, e inclusive carnavales de sóftbol, en el mismo parque de Daguao que ahora tiene un gran cuadro con una fotografía autografiada de “Sugar” en la entrada. Allí, frente a la casa de su abuela, también celebraron su recibimiento.
“Lo que [me] motivaba era que yo decía que quería sacar a mi familia de donde estábamos. Yo decía que ellos no se merecían que estuvieran viviendo así”, comentó Edwin ante la mirada de su madre y su esposa. Y, efectivamente, ahora que cuenta con los recursos, ayuda incondicionalmente a sus parientes, mencionó.
Pero ese apoyo no se limita a sus familiares, sino que se extiende a la comunidad y a todo aquel que pueda. Por ejemplo, ha auspiciado el equipo de pequeñas ligas de Daguao y logró que varios peloteros profesionales ofrecieran unas clínicas de béisbol en la comunidad.
De igual modo, tan reciente como ayer participó en un juego amistoso con el también beisbolista naguabeño, Martín “Machete” Maldonado, a beneficio del Centro de Envejecientes de Naguabo.
Edwin manifestó que siempre está dispuesto a ayudarlos porque “ellos ahora mismo me ven como un héroe, pero yo los vi a ellos como héroes cuando me ayudaron en las actividades”.
Otra de las facetas de Edwin, más allá del béisbol, es la de padre primerizo. Al abordar este tema le cambia el semblante, la emoción es más que evidente.
Hace tres meses nació su pequeño “Sugar Jr.”, como lo ha descrito en las redes sociales, justo la noche antes de haber programado unas breves vacaciones de cuatro días en la isla. Aunque no pudo verlo nacer, cuando llegó a Puerto Rico lo primero que hizo fue ir al hospital a conocerlo.
“Es algo especial, entiendes, mi hijo”, expresó, mientras a escasos pies de distancia su esposa sonreía y sostenía a Jahel Omar. Asimismo aseguró que, tal como aprendió de sus padres, siempre está y estará ahí para su hijo, sin importar las circunstancias.

Edwin junto a Nashaly, su esposa, y Jahel Omar. (Adriana De Jesús Salamán/Diálogo)
Aunque, claro, por la naturaleza de su carrera, debe distanciarse físicamente de su familia durante algún tiempo. No obstante, ellos han viajado para verlo jugar y compartir con él en medio de las temporadas.
“Ya casi nadie me llama Edwin, todo el mudo me llama ‘Sugar’ ahora”
Retomando el tema de su carrera, como todo pelotero, su sueño era firmar y se le cumplió. El día que recibió la llamada de la organización de los Marineros de Seattle, narró brevemente, estaba con sus padres y su reacción estuvo cargada de emociones: llanto, risa y saltos.
De inmediato viajó a Seattle con su familia, donde conoció y compartió con los peloteros de Grandes Ligas. Luego su familia regresó a Puerto Rico “y ahí empecé, como quien dice, mi carrera como pelotero profesional”, agregó.
Al inicio tuvo un choque con la realidad, ya era un hombre independiente, que debía pensar y actuar como un adulto. Explicó que así no era como lo había idealizado, sin embargo, se mantuvo firme y enfocado.
Una vez estaba en las Ligas Menores, no perdió de perspectiva su meta: las Grandes Ligas. “Ya yo estaba preparándome mentalmente para cuando llegara esa llamada… había trabajado fuertemente por cuatro años”, puntualizó.
Como de costumbre, tras conocer la noticia, lo primero que hizo fue llamar a su madre y a su esposa para contarles, porque si hay algo que caracteriza a Edwin es el apego que tiene con su familia.
Precisamente, lo más difícil durante sus primeros años de carrera, describió, fue estar sin su familia. Aunque pensó que esto lo detendría un poco, en realidad fue el factor que le dio fuerzas para cumplir su sueño.
A propósito de sueño, este año “Sugar” lanzará aquí en Puerto Rico, con los Cangrejeros de Santurce, a partir del 15 de diciembre, algo que había anhelado desde el 2012. Sobre este particular, comunicó que lo hace por la gente que lo apoya aquí en la isla y quieren verlo en acción. También indicó que es un orgullo poder lanzar frente a ellos.
Para él, es emocionante ver la acogida que le ha dado el pueblo puertorriqueño, que lo reconocen como “Sugar” donde quiera que va y lo abordan para pedirle fotos y autógrafos. Esa dinámica le gusta porque significa que ven el trabajo que hace y lo respaldan, son buenas vibras.
Aunque actualmente está de vacaciones, ya comenzó a entrenar y a prepararse para el año próximo. “Los planes futuros es mantenerme saludable y tener otra buena temporada, con el favor de Dios”, aseguró.
Concluyó la entrevista, Edwin se desprendió del micrófono, y lanzó un clásico “tamos ready”, recobrando así el semblante desprendido y sentido del humor de los años escolares.