Vestida con mahones, camiseta violeta y unos tenis, Carmen Meléndez carga sus instrumentos de trabajo: bolas de baloncesto y una pequeña pizarra. De esta forma llega al encuentro entre su equipo, Canóvanas Basketball y los Vaqueros de Bayamón, un domingo en la mañana.
Con sumo cuidado, observa el calentamiento de los energéticos pequeñines que están bajo su autoridad, a quienes debe guiar hacia una victoria. Niños de 6 y 7 años la miran atentamente, mientras ella imparte las instrucciones. Los chiquitines comienzan el partido y ahí es cuando todo el mundo se entera… efectivamente, esa es Carmen Meléndez. Sus gritos, sus gestos y sus discusiones son familiares.
Carmen Meléndez Montañez participó en numerosas competencias internacionales como parte del equipo nacional de baloncesto femenino de Puerto Rico, entre el 1976 y el 1983. Sin embargo, no es solo por eso que la gente la reconoce. La exjugadora es hermana del conocido entrenador Flor Meléndez, exdirigente de la selección nacional masculina de Puerto Rico y actual entrenador de los Vaqueros de Bayamón en el Baloncesto Superior Nacional. Poco sería decir que posee el mismo carácter energético y fuerte que su conocido hermano.
La entrenadora, una de 11 hermanos, recuerda que su padre, Flor Meléndez Pantoja, vio en el deporte una manera de mantener a sus hijos ocupados y que a su vez aprendieran disciplina. Sin embargo, comentó que su padre se resistió a que ella practicara deportes, debido a las ideas erróneas que imperaban en los años 70 y el discrimen hacia la mujer deportista. “Pero luego no tuvo otra opción que aceptarlo y apoyarme”, añade.
Meléndez comenzó a practicar el deporte en la escuela intermedia y, a los 15 años, pasó a formar parte del equipo de las Gigantes de Carolina, equipo que dirigía su hermano mayor, Flor Meléndez. La dirigente no titubeó en reconocer que fue su hermano quien la ayudó a enamorarse del deporte. “Mi impulso fue Flor”, menciona, mientras elogiaba las cualidades de su hermano como entrenador. “Lo hemos visto desarrollarse, desde que comenzó joven y todo lo que ha logrado a nivel internacional… Siempre ha sido un ejemplo; para mí, es el mejor”, concluye la exjugadora. La entrenadora, quien funge actualmente como la directora atlética del Colegio San Pedro Mártir, en Guaynabo y dirige equipos en ese municipio y en Canóvanas, reconoce que su hermano Flor siempre ha creído en el baloncesto femenino.
DISCRIMINADA LA MUJER BALONCELISTA
Las aportaciones de Meléndez al baloncesto en Puerto Rico, no cesaron con su participación como jugadora del equipo nacional. A los 21 años decidió desenvolverse en otra faceta dentro del baloncesto y debutó como entrenadora en las categorías menores de las Gigantes de Carolina; un momento que recordó con grata emoción.
“Yo era parte del equipo superior de Carolina y era parte del equipo nacional y decido desarrollar las categorías menores simplemente para eso, para darles la oportunidad a las jóvenes de que tuvieran más coaches con mayor conocimiento técnico”, comenta Meléndez. “Yo tenía en ese momento una experiencia que yo quería transmitirles a las niñas en aquella época”, puntualiza.
Meléndez expresó que una de sus mayores luchas como entrenadora del baloncesto femenino, siempre ha sido darles a las niñas y jóvenes la oportunidad de desarrollarse dentro del deporte, al igual que se les da a los niños y hombres.
Por otro lado, señala la falta de un sistema de desarrollo técnico para las jóvenes puertorriqueñas. “La Federación de Baloncesto no tiene un programa de desarrollo masivo para verdaderamente desarrollar jugadoras, sí hacen torneos, pero darles a las jugadoras de Puerto Rico las mismas oportunidades que a las de Estados Unidos verdaderamente no lo tenemos”, comenta.
La entrenadora recalcó que siempre ha existido el discrimen hacia la mujer baloncelista y criticó firmemente la falta de apoyo monetario que sufren las jugadoras. “Si tú le das al equipo nacional masculino $50 mil, ¿por qué no le puedes dar $50 mil al equipo femenino y le tienes que dar $15 mil?”, expresa Meléndez, quien asegura que durante su participación en el equipo nacional, todas las jugadoras pudieron percibir ese discrimen. “Nosotras sufrimos discrimen, te estoy hablando de nosotras quedarnos en un hotelito y ellos quedándose en hoteles de cinco estrellas, fueron muchas cosas que no se hablan”, narra.
Meléndez recalca es tiempo de que esto cambie. Explica que ya estamos en el siglo 21 y que la Federación de Baloncesto de Puerto Rico debe tener un “compromiso con el baloncesto en general, tanto infantil como masculino y femenino, y si los equipos nacionales representan al mismo país yo creo que deben tener los mismos privilegios”.
Tras todos estos años, nada ha cambiado para Meléndez. El baloncesto sigue siendo una pasión y una herramienta que le permitió desarrollarse personal y profesionalmente.
“El baloncesto ha sido mi vida”, declara Meléndez, evidentemente emocionada. Detrás de su simpatía, se esconde un sentimiento de esperanza por el futuro del baloncesto en Puerto Rico.
La autora es estudiante de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico.