Como si fuera una escena de un episodio de LA Law o de una película noventosa de Michael Douglas, Dan Mullin y Ed Domínguez salieron de las oficinas de Fiscalía Federal en Hato Rey como alma que lleva el diablo.
A los periodistas, que llevaban media hora apostados afuera esperando que culminara la breve reunión entre estos directivos del Major League Baseball (MLB), la jefa de Fiscalía Federal, Rosa Emilia Rodríguez, con miembros del Buró Federal de Investigaciones (FBI), y con altos funcionarios de la Agencia Federal Antidrogas (DEA), no le dijeron ni cheese para la foto. Bueno, sí dijeron algo. Dijeron que no iban a decir nada.
“Solamente nos reunimos para intercambiar informaciones, impresiones, eso es todo”, se limitó a decir a su salida Mullin, vicepresidente del Departamento de Investigaciones de la MLB y ex policía de la Ciudad de Nueva York, donde durante 23 años laboró como investigador del narcotráfico en Manhattan. Rodríguez, su asistente, ni pestañeó, aunque por la brevedad de la reunión -“Duró como 20 minutos”, dijo bajo anonimato una oficial de prensa federal -todo apunta a que el intercambio de información fue uno bastante preciso.
Los intentos también por conseguir al subdirector del DEA, Pedro Janer, fueron infructuosos.
Su oficial de prensa Waldo Rodríguez, nos informó que “el señor Janer indica que declina la invitación a ser entrevistado debido a que no podemos divulgar la información discutida y a discutirse con MLB”.
Quizás es que por tratarse del pitcher de los Nationals de Washington, Liván Hernández, estos funcionarios estaban ‘pichando’. El nombre de Hernández había sido mencionado durante el juicio federal del convicto narcotraficante Ángel Ayala Reyes, mejor conocido como ‘Ángelo Millones’, o
el ‘Buster’. El exiliado cubano, quien en 1996 abandonó la selección de béisbol de su país y al año entrante ganó un campeonato con los Marlins de Florida, ha sido identificado como el testaferro de varias propiedades que incluían dos autos deportivos y un almacén.
No obstante, el destacado serpentinero ha negado públicamente todo vínculo con el bajo mundo. “Todo el mundo que me conoce sabe que yo no soy de esa manera”, declaró recientemente a un medio noticioso en Miami. Hernández culpó a la prensa de querer dañarle su reputación. “Hay veces que me molesta porque dicen cosas que no son realidades y ponen a la gente a pensar cosas malas, pero esas cosas a mí no me importan porqué yo sé la verdad de todo ello y sé que la prensa a veces pone las cosas de otra manera”, sostuvo.
Mangao’, fuera de base… tienes que tener cuidao’, mira bien cómo lo haces…
Al menos dos testigos revelaron que Hernández era amigo del acusado. Antonio Montes Nieves, un amigo de crianza de Ayala Reyes en el residencial José Celso Barbosa de Bayamón, relató que, en el 2005, el imputado viajó a Orlando para luego trasladarse a Miami y comprar un vehículo Laborghini propiedad del lanzador cubano. Otro vehículo, un Porsche, también propiedad de Hernández, fue supuestamente adquirido por Elías Maldonado, propietario de la compañía Big Entertainment y quien cumplió cárcel con el testigo en Orlando. A preguntas de la fiscal federal Olga Castellón, Montes, quien dijo también haber comenzado a delinquir cuando conoció a ‘Angelo Millones’, afirmó conocer al pelotero de los nacionales de Washington y haber compartido con él varias veces.
Ante esta trascendencia, Diálogo intentó conseguir reacciones de los Nationals. Nos repelieron. Sus reacciones rayaron en el desdén, igual que sucediese con otros medios nacionales, como NotiCel y El Nuevo Día. Por ejemplo, a finales de abril, luego de tres semanas sin responder llamadas, el Director Senior de Relaciones con los Medios de los Nationals, John Dever, reaccionó de manera ruda al abordarle sobre la situación que enfrenta el lanzador cubano que pertenece a su club y quien ha tomado cierto aire de protagonismo en el juicio del ‘Buster’.
“No tenemos comentarios”, dijo al ser confrontado sobre el tema por Diálogo, cuando finalmente conseguimos al funcionario de los Nationals de milagro en su oficina, decenas de llamadas y dos semanas después de que comenzáramos esfuerzos por recibir una reacción del club con respecto al asunto. “¿Eso es todo? ¿Ustedes saben lo que está pasando? ¿Están al tanto de la situación?”, preguntamos. “Te acabo de dar lo que voy a dar. Eso es todo. Adiós, adiós…”, agregó de seca forma Dever, antes de colgar el teléfono. Llamamos luego al despacho de Mullin en las oficinas de la MLB y su secretaria, como ha sucedido en otras ocasiones, nos dijo que devolvería la llamada. Al cierre de esta historia aún no se había recibido ninguna llamada. El Departamento de Investigaciones de la MLB fue creado en 2008 para atender de inmediato la controvertible situación de los anabólicos, que se había puesto en la mirilla del Congreso de Estados Unidos.
¿Mafia en el deporte? Pues no sería la primera vez que se ve algo así a nivel mundial. Incluso, en Puerto Rico sobran los rumores sobre tendencias parecidas, en las que deportistas de alto rendimiento son vinculados con personalidades del bajo mundo.
El caso de Liván Hernández y ‘Angelo Millones’, sin embargo, es un chiquillo de teta al lado de otras situaciones en el deporte mundial, donde verdaderos capos se han apoderado de los escenarios deportivos de sus países.
La Colombia de Escobar, un paraíso narco-deportivo
En el libro Los jinetes de la cocaína, que en 1987 publicase el periodista colombiano Fabio Castillo, y que en 2001 fuese editado para el internet por la empresa Equipo Nikzor, se presenta un amplio marco sobre las intervenciones de narcotraficantes en la escena deportiva colombiana.
“Por su doble atractivo de generar el respaldo implícito de los fanáticos y la facilidad para lavar los dólares, los narcotraficantes colombianos virtualmente se tomaron los deportes”, escribe Castillo al inicio del capítulo 6, que simple y llanamente, se titula “Los Deportes”. Acto seguido enumera distintos capos colombianos que se involucraron en el fútbol, el boxeo, el hipismo y el ciclismo, entre otros. El periodista colombiano destaca que los mafiosos y las autoridades deportivas colombianas trabajaban de la mano, algo que a nivel general parece estar poniéndose de moda localmente, según trasciende de las recientes situaciones con varios funcionarios convictos a nivel federal en Puerto Rico.
Entre los mencionados por Castillo figura el ex capo Hernán Botero, quien fuese el principal accionista del equipo de fútbol Atlético Nacional, y cuyo hermano Roberto fuese condenado en Estados Unidos por el lavado de $70 millones. Hernán Botero, a quienes los federales en 1981 radicaron una orden de captura, fue extraditado por el gobierno colombiano en 1984, y según Castillo, “la División mayor del Fútbol Colombiano, Dimayor, un organismo privado que controla ese deporte en el país, ordenó suspender los partidos de la fecha, en señal de duelo”.
Entre otros clubes administrados por capos en la década del ’80, Castillo también menciona al Deportivo Pereira, de la provincia de Risaralda, controlado por Octavio Piedrahita, quien traficaba con cocaína desde Medellín. Mientras, el capitalino Club Deportivo Los Millonarios (¡vaya nombre!), fue controlado primero por el difunto Edmer Tamayo, a quien se le menciona en distintos reportes federales como el propietario de un cargamento de 2,000 kilos de cocaína capturado en septiembre de 1982. Otro capo, Gonzalo Rodríguez Gacha, alias El Mejicano, se convirtió en el principal accionista de los Millonarios luego de la muerte de Tamayo y, según Los jinetes de la cocaína, “era narcotraficante”.
Y así por el estilo. Enumerarlos todos en tan poco espacio sería imposible, pero hay datos que vale la pena resaltar, como la manera en que los capos colombianos de los ’80 lavaban dinero junto a otros mafiosos de Latinoamérica en deportes como el hipismo, donde aprovecharon para cuadrar negocios con jefes de los carteles de droga de Chile; o cómo, en el boxeo, engatusaron al ex campeón mundial Antonio ‘Kid Pambelé’ Cervantes para que, luego de su retiro, constituyera una sociedad con el narcotraficante Gilberto Rodríguez Orejuela, denominada Pambelé Producciones, donde se lavó dinero en cantidad antes de llegar a la quiebra, pues al ex monarca del mundo le gustaba más el perico que promocionaba el cabecilla del Cartel de Cali que las actividades que pudiese desplegar en favor del pugilismo colombiano.
Entonces está el ‘caballo’, Pablo Escobar Gaviria. Escribe Castillo que: “Cuando Julio Nieto Bernal dirigió Coldeportes (Equivalente en Puerto Rico
al Departamento de Recreación y Deportes, DRD), le remitió a Pablo Escobar un estudio sobre la creación de una corporación que se encargara de llevar los ciclistas colombianos al Tour de France. Su director en Antioquia, Ramiro Vélez Restrepo, le había escrito en abril de 1983 al mismo narcotraficante, para felicitarlo por el techado de canchas de fútbol y básquet en Medellín, y le ofrecía en venta, a precios cómodos, implementos deportivos”. Pregunta: ¿Acaso ha habido en Borinquen queja alguna del DRD o del Gobierno estatal sobre las múltiples mejoras que los ‘bichotes’ le hacen a las canchas de los barrios, las barriadas y los residenciales públicos donde operan? El que sepa la respuesta, que nos llame a nuestras oficinas.
Claro, cuando se habla de Escobar Gaviria se habla de uno de los más grandes, en cuanto a combinar narcotráfico y deportes se refiere. En uno de los episodios de la serie de documentales ‘30:30’ que durante los pasados dos años ha presentado la cadena televisiva ESPN, se muestra pietaje de cuando Escobar, asesinado hace varios años, recibe a la selección colombiana en su casa, una cárcel que construyó con el favor del gobierno colombiano, para someterse a arresto domiciliario. El documental muestra a Escobar jugando fútbol junto a glorias mundiales como ‘El Pibe’ Valderrama. Está hartamente documentado que Escobar y su gran fortuna fueron instrumentales en el desarrollo del fútbol colombiano, cuya explosión para la década del ’90 fue denominada por algunos expertos e historiadores futbolísticos como “la era del narco-fút”.
El Rey, el Don: Las peripecias de Donald King
Es que, en esta cuestión de la mafia en el deporte, abundan los personajes. Empecemos viendo el nombre de nuestra próxima figura: Don King.
¿Don, como ‘Don Vito Corleone’, el personaje de Marlon Brando en ‘El Padrino’? No exactamente, es que se llama Donald. ¿King, del término ‘kingpin’, como se le refieren a los grandes ‘bichotes’ en Estados Unidos? Hummm… no, ese es su apellido. Pero cuando se le echa un ojo a Don King, uno se da cuenta que el término le cae como alguno de los anillos de oro que porta en sus manos, las cuales también se han comportado hábiles en el arte de matar seres humanos.
En 1954, mientras manejaba una empresa ilegal de apuestas deportivas tras darse de baja de Kent University, King mató a un hombre que trató de entrar una de sus oficinas. Fue encontrado ‘no culpable’ tras sus abogados presentar que fue en defensa propia. En 1967, sin embargo, fue enviado a la cárcel con una cadena perpetua por matar a un empleado que le debía $600 y a quien no paró de golpear cuando la Policía llegó a la escena. La víctima murió cinco días más tarde en un hospital. El castigo de King, sin embargo, fue reducido a homicidio involuntario, lo que resultó en 15 años de prisión. Después de tres años y 11 meses en prisión, King fue liberado de la Institución Correccional de Marion, Ohio, con su sentencia modificada a libertad bajo palabra.
De ahí en adelante, el perspicaz Don no dejó de moverse sagazmente en el mundo del boxeo rentado, manejando a los más grandes boxeadores de todos colores y nacionalidades, como Muhammad Alí, Mike Tyson, Julio César Chávez, Azumah Nelson, Evander Holyfield, Marco Antonio Barrera, Bernard Hopkins, Terry Norris, Ricardo ‘Finito’ López, claro está, el caimiteño Félix ‘Tito’ Trinidad. De más está decir que a cada boxeador le tumbó su buen pedazo del pastel, llegando incluso hasta los tribunales con Alí y Tyson.
Entonces están sus aparentes ‘jangueitos’ con el difunto mafioso de descendencia italiano John Gotti. En 1992, durante una investigación del Senado de los Estados Unidos, King se atuvo a la Quinta Enmienda constitucional cuando se le preguntó sobre su conexión con Gotti. En entrevistas con la prensa neoyorquina, empero, King calificó las acusaciones de ser vinculado con la Mafia Italiana de racistas.
Aún así, King es el primero en abrazar el personaje de sobornable promotor de boxeo. ¡Es amigo hasta del mismo Lucifer! Cinco años después de hacerse el mudo ante el Senado estadounidense, en la película Devil’s Advocate, de 1997, King hizo de sí mismo, y se le puede ver saludando afectuosamente al personaje de ‘John Milton’, el Satanás que encarnase Al Pacino, cuando este último lleva al joven abogado Kevin Lomax a un mega cartel de boxeo para tentarlo con placeres mundanos.
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