Al decir Angelita Lind, uno no piensa en el parque de pelota en Patillas que lleva su nombre, tal vez porque en la memoria de los puertorriqueños su historia y legado se encuentran ligados a las pistas atléticas y a su participación en las Justas Interuniversitarias y no al deporte del béisbol.
Pero en lo que seguramente pensarán los que conocen la historia de “el Ángel de Puerto Rico” es en aquel momento emotivo de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1982 en Cuba, cuando en la carrera de 800 metros Lind tropezó con dos contrincantes en la meta y, a pesar de haber llegado primero, le negaron la medalla de oro. Luego de deliberar en torno a la situación, los jueces le otorgaron la medalla de plata, en vez de la dorada que todos pensaban que recibiría.
Esa, sin duda, será una carrera inolvidable. Para ella también lo es. Aún, su recuerdo de ese momento emerge con emoción.
“Cuando estoy entrando en los últimos metros, ya siento el cansancio de las piernas, de los brazos y la inseguridad me hace mirar hacia atrás. Al mirar hacia atrás, ya eso me restó tiempo, me hace perder el paso, en vez de seguir sin mirar y esforzarme. Claro, ya detrás viene la cubana en busca de ganar el evento. Cuando ella estira esos brazos y yo estoy braceando, que mi codo va hacia atrás, pues ella interfiere y hace como un juego de dominó, que tú lo tocas y se van todos. Nos caímos las tres”, relató Lind en entrevista con Diálogo.
Lind, quien días antes de esa carrera había conquistado la medalla de oro en los 1,500 metros, asimila el suceso como una victoria más porque en gran parte gracias a ese incidente, las personas la reconocen.
“Yo salí ganando en el sentido de que todo el mundo me conoce por esa carrera y no por la que yo gané. Siento satisfacción porque era una carrera que yo la peleé, la luché hasta el final. La perdí pero gané mucho en otro sentido”, contó con alegría.
Los que no conocen su historia, encontrarán en su ficha biográfica que nació en Patillas el 13 de enero de 1959. Comenzó en el atletismo cuando estaba en séptimo grado, especializándose en salto largo, luego se dedicó a las carreras de 800 y 1,500 metros.
Llegó a la Universidad Interamericana, Recinto de San Germán en el 1977 de la mano de su entrenador, el profesor Juan Conde Navarro, quien la preparó para los cuatro arduos años de competencia que le esperaban en la Liga Atlética Interuniversitaria (LAI). Allí, ganó todos los eventos en los que participó, dejando marcas que no serían superadas hasta varios años después.
Entrenaba descalza contra los corredores masculinos por ríos, cañaverales y montañas. “A mí no había quién me hiciera ponerme unos zapatos para correr. Después sí por la carretera y el sol difícil. Mi entrenamiento era principalmente con los varones. Cuando decían vamos a correr tal distancia, yo me iba a correr tal distancia y las superaba. Mi meta era tratar de superar a los varones en el entrenamiento y las competencias mismas”, reveló Lind.
Luego de participar en la LAI, representó a Puerto Rico en los Juegos Centroamericanos y del Caribe (1982), además de los Juegos Panamericanos y los Juegos Olímpicos del 1984.
Lind saluda al público al recibir su medalla en los Juegos Panamericanos.
Foto Colección del Periódico El Mundo
Iconos del deporte femenino
Esta extraordinaria atleta hizo a la gente recordar en más de una ocasión a otra gran deportista: Rebekah Colberg, con la que justamente inició esta serie de artículos. Ambas tuvieron que luchar muy duro para poder llegar a las competencias que las coronarían de gloria.
Asícomo en el 1938 la delegación de Puerto Rico que llevaría a Colberg a los Juegos Centroamericanos y del Caribe enfrentó problemas de financiamiento, la representación de Puerto Rico de 1982 que trasladaría a Lind hacia Cuba, también se vio en serias dificultades cuando el entonces gobernador de la Isla, Carlos Romero Barceló, denegó su apoyo económico por razones políticas. La selección nacional tuvo que recurrir al pedido de donaciones al público directamente.
Por otro lado, Colberg fue la primera mujer en representarnos en unos juegos internacionales, mientras que Lind fue la primera mujer abanderada. De la misma forma, ambas ganaron la medalla de oro en sus eventos y, de alguna manera u otra, desataron polémicas.
Según el texto de José Luis Gómez Calvo, De Borinquen a Olimpia: El deporte como abanderado de la mujer puertorriqueña, tanto Colberg como Lind fueron mujeres luchadoras en sus respectivas disciplinas que les abrieron paso a las demás.
“Rebekah Colberg y Angelita Lind, son más que dos deportistas; son dos mujeres que, utilizando el deporte como medio, han hecho una gran aportación para que la sociedad de su país destierre el ‘colonialismo’ social”, esbozó Gómez en el texto que forma parte del libro La mujer puertorriqueña en su contexto literario y social.
Los caminos de Lind y Colberg llegaron a cruzarse en Puerto Rico. Cuenta la corredora de Patillas que, una vez de vuelta a la Isla tras su reconocida participación en Cuba, se topó con Colberg en un evento de celebración.
“En el ‘82, cuando llego a Puerto Rico, que está don Germán Rieckehoff (presidente del Comité Olímpico de P.R.), estaba uno de la política también y entonces estaba Rebekah Colberg que se desprendió de su medalla de oro para dármela a mí por la medalla que me habían quitado supuestamente en el ‘82 en los 800 metros”, recordó Lind.
“Ella me dio esa medalla pero después de unos días, yo pensando bien, ella no debía desprenderse de esa medalla porque era de ella, era un recuerdo y yo insistíen devolvérsela porque entendí que estaba mejor en sus manos por el esfuerzo y es una medalla histórica. Se la entregué nuevamente. Fue algo bien bonito de parte de ella”, añadió.
El atletismo, antes y ahora
Aunque Lind se retiró formalmente de las pistas en el 1992, se ha mantenido involucrada en el deporte debido a su trabajo como Asistente del Director Atlético de su alma mater, la UIPR. También, aconseja a los estudiantes-atletas cuando lo cree necesario. Desde sus conocimientos, compara su experiencia como estudiante-atleta con la de los jóvenes actuales y lamenta que muchos de ellos no aprovechan las oportunidades que se les brindan.
“Estos atletas les están dando unas ayudas económicas que para aquel tiempo no las había. Yo, por ejemplo, a veces tenía que coger pon para ir a las competencias o para visitar a mi mamá. Ahora se les dan oportunidades a muchos de estos atletas pero no las están aprovechando”, aseguró Lind.
“El tiempo que yo estuve aquí, las cosas eran diferentes, no había mucho presupuesto para ayudar a los atletas. Las zapatillas que yo usaba para correr 800, 1,500, eran las mismas que usaba para salto alto, para salto largo. Ahora no, ahora tienen zapatillas para brincar salto largo, unas para salto alto y al final tienen como cinco pares de zapatillas. Antes era lo que había. En muchos casos, te quitaban los ganchos y te los guardaban hasta que empezara el próximo semestre. Entonces yo le hacía una marquita para que fueran los mismos que me tocaran porque ya yo los tenía amoldados a mi pie”, reflexionó la ex corredora, quien recordó que todavía posee la marca de los 800 metros con un tiempo de 2:01.31.
Polémica por el parque
Al comenzar la serie “Más allá del estadio”, vimos lo común que es en Puerto Rico colocarle a una estructura deportiva el nombre de un atleta importante. Sin embargo, en la Isla es mucho más común bautizar estos espacios con nombres que no necesariamente tienen que ver con ese fin, como ocurre con Angelita Lind.
A Lind no le pareció buena idea recibir un reconocimiento de esa magnitud cuando le ofrecieron poner su nombre en un parque de pelota en su natal Patillas. “La primera vez que me hicieron el acercamiento yo dije que no y entendieron. Luego, al pasar dos o tres años, vuelven y dicen lo mismo y yo ¿qué pude hacer? Nada. Pero no estuve de acuerdo que un parque de pelota llevara mi nombre porque en Patillas hay grandes atletas de pelota que le podían poner el nombre”, comentó.
Según la ex corredora, al parque de pelota se le conocía popularmente como Gaspar Cochran, por una persona que trabajaba allí. No obstante, ese no era el nombre oficial. “No llevaba ese nombre pero todo el mundo lo conocía por eso. Trajo polémica porque después la persona no era la misma conmigo”, recordó.
El parque Angelita Lind sirve para partidos del béisbol Doble AA.
Foto de la página oficial de los Leones de Patillas
Aunque Lind rechazó el primer acercamiento que se le hiciera para que el estadio llevara su nombre, no encontró como decir que no la segunda vez que se lo pidieron. “Se supone que si es mi nombre pues sea un parque con una pista”, observó. Actualmente, el parque es sede de eventos de béisbol Doble AA.
Además de este reconocimiento, Lind ha sido objeto de otras distinciones. Fue la primera mujer a quien le dedicaron la emblemática carrera World’s Best 10K, en el 1999, pertenece al Salón de la Fama de PR desde el 2004 y tiene un espacio con toda su memorabilia en el Albergue Olímpico en Salinas.
Agradecida de su mamá y de Dios
Lind, con todas sus vivencias, no puede obviar el hecho de sentirse muy agradecida por recibir el apoyo de su mamá durante todo el proceso como atleta. Igualmente, explicó el sentimiento de pararse sobre un podio, recibir una medalla de oro y agradecerle a Dios.
“Cuando yo gané los 1,500 metros, que me paro allí en el podio, a veces yo no sé cómo explicarlo porque la experiencia es que yo estoy allí y uno siente como una brisa y los lagrimones. A la misma vez, uno se siente como en el aire, como que alguien me sostenía en el aire, es como una satisfacción que uno mira al cielo y dice ‘gracias señor por darme esta oportunidad’. Entonces uno dice ‘wow, ¿qué es esto? Estoy trepada aquí arriba’, uno siente que puede tocar el cielo. Es una experiencia bien bonita, no la puedo explicar. Uno siente como un escalofrío y que Dios está aquí”, relató.
“Yo creo que cuando Dios le da una oportunidad a uno y un talento, debe aprovecharlo al máximo y dar testimonio. No hay obstáculos que no se puedan pasar. Todo es querer, tratar de romper esa barrera y seguir hacia adelante, no solo en el deporte sino en cualquier otro. Hay que aprovecharlo para no quedarse en un ‘yo pude’ y decir ‘yo lo logré’”, finalizó.
Este escrito es el último de cuatro artículos donde conoceremos a importantes figuras deportivas como parte de la serie Más allá del estadio.
Otros textos de esta serie:
Rebekah Colberg: una mujer con cría
Juan Ramón Loubriel: deportista y educador
Nuestro Gallito, Sixto Escobar