El pueblo de Utuado limita al sur con Adjuntas y Ponce, al norte con Hatillo y Arecibo; al oeste con Lares y al este con Ciales y Jayuya. Es el tercer municipio de mayor extensión del País, tras Arecibo y Ponce. Entre 1896 y 1897 fue la primera ciudad en Puerto Rico con un sistema público de luz eléctrica y turbina hidráulica como planta generadora. Para el siglo 19, su actividad económica se centró en el auge del cultivo del café. Su progreso fue tal en áreas de agricultura y comercio que en el 1894 se le concedió el título de Ciudad…Pero uno de sus mayores atributos sin duda, es su pasión por el Béisbol Doble A.
El Béisbol Superior Doble A de Puerto Rico ha existido desde el año 1939. Está lleno de historia y páginas de servicio. También ha contribuido al quehacer recreativo, deportivo, cívico, social e identidad nacional. Cientos de hazañas, sucesos y remembranzas pavimentan su largo recorrido por campos, barrios y pueblos. Desde sus inicios este deporte ha sido acogido por nuestro pueblo como congregación que abre puertas a todos por igual, sin distinción alguna.
Utuado obtuvo su primer Campeonato Nacional de Puerto Rico, al segundo año de haber ingresado al Béisbol Doble A en 1941. Su segundo campeonato nacional fue en el año 1970 y su tercero en el 2007. Cada uno de estos campeonatos tiene su sabor, peculiaridad e historia. Pero el obtenido este año 2014, tiene otro rumbo, peculiaridad, rostro, camino y muchas enseñanzas.
El domingo, 15 de septiembre, el equipo de los Montañeses de Utuado conquistó su cuarto título nacional al vencer en el máximo de siete partidos a los aguerridos Brujos de Guayama. Las reacciones tras el parido final han sido múltiples en tertulias callejeras o de cafetín, mercados, barberías, plazas públicas, parques y estadios. Tampoco han faltado escritos en periódicos, revistas y medios informativos tecnológicos. Un amplia cobertuda en dos canales de televisión y la radio, llevaron al corazón del pueblo lo que aconteció en el terreno de juego.
Carlos Claudio, campocorto de los Montañeses, luce emocionado con la distinción de Jugador Más Valioso de la Serie Final.
El talentoso amigo, periodista y editor deportivo del Semanario La Estrella, Nedgar Cardona, que cubre las áreas Oeste, Noroeste y Suroeste de Puerto Rico escribió: “Ese triunfo es muestra de cría, esa que sale del tuétano; orgullo en su sentido más puro, pasión en todo su esplendor, en Guayama había un enorme deseo, pero en Utuado el hambre sobró. Había hambre de acabar con los pronósticos, hambre de acabar con la injusticia, hambre para dejar saber al mundo una historia que se convertiría en folclor. La gesta de Utuado será un vivo ejemplo del carácter y de la cual nacerá una tradición. Los equipos que pasen por lo que pasó Utuado tendrán ya trazados un camino, lleno de riscos por un borde y derrumbes por el otro, pero por el que solo puede transitar aquel que va agarrado de la verdad y del Dios Altísimo”.
El amigo, hermano e historiador utuadeño, el licenciado Ángel Juarbe de Jesús también escribió lo siguiente: “Definitivamente, la calidad de juego del equipo entre la fase regular y la postemporada fue abismal. La diferencia fundamental estribó en el enorme deseo de triunfo de los jugadores, la gallardía y cría con que se desempeñaron y las atinadas decisiones de la dirección. La veteranía de sus jugadores fue crucial en los triunfos obtenidos”.
“Pantalón de manos a la obra”
Desde hace unas cuantas temporadas el equipo había confrontado problemas económicos para cubrir sus compromisos. También había sido una odisea buscar un apoderado que se hiciera cargo de liderar el barco utuadeño. Pero manos misteriosas, románticas, llenas de poesía, cantos y realidad, emanan de su propio pueblo. En Utuado se huele y transpira el sudor de una historia que viste saco de sacrificio y pantalón de manos a la obra.
Tratando de salir de esa incertidumbre, Utuado se desprendió de unos cuatro lanzadores y otros peloteros de posición de primer orden. Los demás equipos de la sección empezaban a limarse los dientes. “Sin picheo no van para ningún sitio” se decía en esquinas y lugares. El equipo empezó con marca de cuatro victorias y cinco derrotas y despidieron su primer dirigente. Contrataron uno que nunca había dirigido en la sección norte y un entrenador de lanzadores. El equipo seguía más o menos en el mismo camino pero nadie se daba cuenta que desde adentro se cocinaba algo diferente.
El nuevo dirigente Hiram Ruiz, el entrenador de lanzadores Wilson Reyes y el restante cuerpo técnico comenzaron a unir piezas del rompecabezas dando confianza al cuerpo de lanzadores y demás jugadores. En una movida magistral tanto el dirigente como el entrenador de lanzadores convencieron a su receptor regular (Juan Medina) y a su maltrecho cuerpo de lanzadores para que fuera Wilson Reyes el que pidiera desde el banco todos los lanzamientos a usarse durante los partidos. Los lanzadores, jugadores de posición y reservas empezaron a trabajar como una unidad o colectivo. Solo había un pensamiento, clasificar a la pos-temporada. “De ahí en adelante nos arrancamos las greñas con cualquiera”, esa era la consigna.
Hiram Ruiz obtuvo su primer campeonato como dirigente.
Los recursos de profundidad en el banco eran limitados. Jóvenes con talento pero en proceso de desarrollo. En lugar de un bateador designado Utuado alternaba tres jugadores en esa posición. Por lo general los equipos tienen un ‘mete palo’ o su mejor bateador en esa posición. Utuado alternaba a uno de los tres. Pero a los tres los fue preparando para lo que estaba por venir.
El entusiasmo de Willy Picón
Mientras todo esto pasaba, la fanaticada mermaba en las gradas. Solo una cosa era constante, la presencia del líder máximo y animador Willy Picón. Este joven adulto natural de Florida, hace unos años cruzó territorio y bebió agua de Utuado. Hoy es el máximo líder en dirigir las huestes utuadeñas. Desde las gradas animóy deleitó una de las mejores fanaticadas de Puerto Rico. Su grito de guerra acompañado de sus fieles seguidores fue, “Utuado no se quita”. Ni una palabra soez, ni un insulto a contrarios, ni espacio para que alguien se cogiera los genitales en actitud reprochable. Solo cánticos de animación a los suyos y contestar a la fanaticada adversaria con el grito de humor “No se oye” cuando estos animaban al equipo contrario.
¡Qué ejemplo de alegría, camaradería y comportamiento es Willy Picón! ¡Que contraste con los que piensan que vociferando malas palabras contribuyen a la causa de un equipo!
Utuado clasificó a las series postemporada en la última posición con marca negativa de 9 victorias y 11 derrotas. La fanaticada respiró profundo y exclamaron, “ya estamos adentro, nuestro equipo es de clásicos y no se quita”. Comenzaron las series y le ganaron a Manatí en el máximo de siete partidos. A Camuy lo vencieron en seis juegos y se proclamaron Campeones de Sección. “El último que ríe, ríe mejor”, decía don Julio Rivera, personaje de la cultura deportiva utuadeña, quien siendo agricultor, vende chinas o naranjas en los juegos de sus amados montañeses. ¡Qué ricas son!
El impulso de las redes sociales
Comenzó el carnaval de campeones entre los mejores ocho equipos de Puerto Rico y la primera prueba de Utuado fue jugar contra el máximo ganador del año 2014, los Cariduros de Fajardo. Los vencieron en el máximo de siete (7) juegos y le propinaron dos derrotas al mejor lanzador del torneo. A pesar de estos triunfos la nave seguía haciendo agua. Se hacía patente en programas deportivos radiales que internamente se hacían promesas de cubrir compromisos con los jugadores y cuerpo técnico y estas no se cumplían. Luego de una gran victoria del equipo su dirigente renunció en apoyo a sus jugadores. Ya estaban hastiados de escuchar promesas. El equipo dejaba el cuero para representar los colores de su pueblo, el estadio se llenaba de utuadeños y el incumplimiento de las promesas seguía igual. Pero este equipo pertenece al pueblo de Utuado y en las gradas se seguía escuchando el grito de guerra, “Utuado no se quita”.
Los Montañeses levantan el trofeo del campeonato.
Los Montañeses se miman y se protegen como un tesoro cultural. Los fanáticos y seguidores inundaron las redes sociales y se levantaron en favor de la actitud de su dirigente. Jugadores y pueblo unidos, fue la última motivación que recibieron los Montañeses. “Si el dirigente no regresa nosotros no regresaremos tampoco”, era la consigna de jugadores y seguidores. El obstáculo fue superado. El equipo sabía que si seguían juntos podían ser Campeones de Puerto Rico y si caían era luchando hasta el final.
El cuerpo de lanzadores de la temporada regular y restructurado en el propio camino sumaba victorias y cada día alguien se trepaba a la loma dejando el corazón. Los jugadores de posición se repartían actos heroicos en cada partido que ganaban. Amador, Cortez, Ponce, Candelaria, Pérez, Claudio, Medina, aparecían todos los días sin importar dolor y sacrificio. La tercera base era defendida por Carlos Valle, un jugador de 42 años que cuando terminaba el juego su uniforme pintado de tiera, cargaba la entrega y deseo de un pueblo.
Llegó la gran final y de espaldas a la pared contra unos Brujos de Guayama inspirados, los Montañeneses vencieron y se proclamaron Campeonones Nacionales de Puerto Rico.
Al conquistar su cuarto título en la pelota Doble AA, Utuado enseño al País que se levanta el que lucha, que el honor de una camisa y lo que significa no se mide con dinero, que el orgullo, valentía, compromiso y coraje viene del corazón.
El autor es deportista de por vida, maestro de Educación Física y representante del interés público dentro del Comité Olímpico de Puerto Rico.